29 nov 2015

apenas veo al conductor desde este asiento, el autobús es más largo de lo normal, casi el doble diría yo. nunca había subido a un autobús tan grande y tan vacío. siempre están infestados de gente, gente por todas partes, ocupando todos los asientos y cada hueco libre de cada rincón del autobús. esta vez puedo observar los diferentes colores de los asientos, las barras para apoyarse, y cada uno de los grandes ventanales. por el cristal veo a un ciclista que tiene una mano en el manillar y la otra en el cuello de la chaqueta intentando abrigarse. afuera debe de hacer frío, de hecho ya vuelvo a sentir los dedos de los pies y me alivio de haber podido coger el último autobús de la noche para volver a casa. si lo hubiese perdido ahora mismo estaría maldiciéndome mientras camino sin sentir los pies y resguardándome las manos en los bolsillos sin encontrar una pizca de calor.

en los asientos de delante veo a dos chicas muy arregladas y vestidas como si hiciese treinta grados de más, la que está sentada en el pasillo lleva en sus manos una botella de fanta de limón y apostaría lo que fuera a que lo que hay dentro es mucho más fuerte que limón, la chica de su lado está recostada y con la cabeza apoyada en el cristal, tiene un corte recto por los hombros y un color castaño muy intenso, pienso en que seguro que a mí no me quedaría tan bien ese corte de pelo. veo como la cabeza de esta chica rebota cada vez que el autobús acelera o frena, veo como su cuerpo se balancea como si estuviese casi dormida, como si fuese solamente un cuerpo; sin movimiento, sin fuerza, sin voluntad. la amiga a veces deja la botella entre sus piernas y con las manos libres levanta la cabeza de la chica y le susurra algo al oído, llego a entender algo de 'no vomitar' entre todas sus palabras y el sonido del motor. ya no puedo mirar por la ventanilla con la concentración que lo hacía antes, ahora de alguna manera todos mis sentidos se centran en la chica, quiero ver el momento justo en que vomita, si es que llega a vomitar en algún momento, pienso que sería una lástima que se manchase su bonita melena. 

el autobús da un frenazo y la botella de limón se resbala cayéndose al suelo, la cabeza de la chica choca casi con el asiento de enfrente, mi cuerpo también se mueve hacia delante para después volver a chocar mi espalda contra el respaldo, de golpe, muy bruscamente. el semáforo está en rojo. me doy cuenta de que ya casi he llegado a mi destino, me levanto y aprieto el botón más cercano para solicitar la parada. me giro por última vez para ver a las chicas y veo que la botella ya no está en el suelo, y que la de la bonita melena sigue con los ojos cerrados y cabizbaja. 

al bajar del autobús noto como el frío me seca los labios y me pellizca las manos. me quedo con la duda de si la chica terminará vomitando o no.

7 comentarios:

  1. Describes el instante, el lugar y a las chicas de manera que uno puede imaginar toda la escena casi sin necesidad de pensar demasiado.

    Ahora todos nos quedaremos con la duda de si la chica terminaría vomitando o no.

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  2. Dices que podrías calcar mis textos exactos porque sientes exactamente lo mismo, y te digo lo mismo. Yo también soy de esas que se queda fijamente mirando -y a veces sin darse cuenta- y contempla la belleza desde la distancia, observa cada detalle y lo medita, y por supuesto yo también esperaría a que la chica vomitase. Me resultaría relativamente caótico ver vomitar a alguien así, tan bella y delicada, y lo caótico me resulta terriblemente atractivo.

    Me ha encantado, no podría no hacerlo.

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  3. Definitivamente perderse en tus palabras no es nada difícil,
    gracias por dejarnos hacerlo
    un beso
    www.humanfilters.blogspot.com

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  4. Hay veces que ciertos lugares a ciertas horas que parecen separarse del mundo y vivir bajo cierta irrealidad propia. Bien capturado.

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  5. Haces que nos quedemos también con la misma intriga sobre si vomitará o no, sobre si se manchará o no esa preciosa melena... Es increíble la capacidad de las palabras bien combinadas para captar toda nuestra atención.

    Creo que es la primera vez que me dejo caer por aquí, pero no será la última.

    Yaiza.

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  6. tengo la sensación de que tenemos que darnos señales de vida, bonita
    al menos sé que escribiendo sigues igual que siempre, intrigando

    un abrazo, grande no, enorme

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  7. Qué fácil y gratificante resulta leerte. Yo creo que si no ha vomitado ya con ese último frenazo del autobús... no lo hará. A lo mejor me equivoco y vomitó en la cama, cuando el mundo dejó de moverse a su alrededor. Sea como sea, me has dejado con la misma intriga, y una agradable sensación literaria en el pecho. Gracias.

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